Dicen que en esta casita vivía «La Tata rara».
Una señora que desde muy niña, olvidó hablar. Los vecinos que se acercaban a su ventana, la podían encontrar jugando con las palabras en su cocina. Las mezclaba y las rebozaba. Agrupaba sus palabras en su bandejita de barro y bailando al son de su musiquilla, en el horno las gratinaba.
Un día, mi abuelo se acercó. Sabía de sus buñuelos cantores y quiso saber y probar sus famosas palabras rellenas. Eso hizo y con ella por siempre se quedó.
Dicen que nunca existió, mujer más fuerte en este lugar. Que cantando bajito te podía emocionar.
Y para ya terminar, os mostramos una de sus cancioncillas. Se la inventó una mañana, estando en el telar.
La repetía y repetía hasta la saciedad.
Y así es como os presentamos nuestra nana. Para que se la regales a quién tú quieras.
Se canta bajito y a la luz de las velas, les gusta a grandes y pequeños; a amantes y a mascotas.
Matilde Amaris.